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viernes, 26 de noviembre de 2010

De EEUU a Sudáfrica pasando por Tibet y Dubai.

La verdad es que este proyecto Africano no fue nuestra primera opción. Durante varios meses y después de la experiencia por EEUU, una idea rondaba por la cabeza: La ruta de la amistad....

La ruta de la amistad es un trayecto entre dos ciudades singulares; por un lado Lasha (capital del Tibet) del otro la ciudad de Katmandú (capital de Nepal).

Es una travesía de alrededor de 1.500 km a realizar en bicicleta y en la que se llega a estar a más de 5.500 metros de altitud. Haciendo incluso una jornada en el campo base del Everest y pudiendo contemplar desde la lejanía otras cimas como el Lothse, Makalu, etc y un sin fin de monasterios y lugares increíbles.

Lamentablemente esta opción tuvo que ser descartada, debido al escaso interés que despertaba en una parte del grupo pasarse 23 días pedaleando...

Así pues, tras apartar temporalmente este proyecto, nos pusimos en marcha para buscar algo que realmente nos interesara a todos en conjunto.

Tras barajar muchas y diversas posibilidades, a punto estuvo de llevarse el premio una propuesta de Jorge que consistía en hacer Madrid- Dubai en coche. Con la ruta y los puntos de interés ya definidos, nos encontramos con el problema de que hacer con el vehículo al llegar a nuestro punto final.

Pensábamos que ya habíamos evitado los escollos de circular por Siria y Jordania, donde pese a la sorpresa incial de las embajadas, no nos ponían impedimento ninguno; pero lo que no conseguimos encontrar fue una forma de donar, regalar o desechar nuestros pobres vehículos al llegar a Dubai, sin tener que pagar un dineral por ello.

Así pues, una vez más retrocedíamos al punto incial, con la pregunta: ¿A dónde vamos?.

Finalmente surgió la idea del Sur de Africa. No tenía mala pinta, y cuanta más información íbamos recopilando, mejor parecía: Conocer un poco de Africa, Animales, Desiertos, Cataratas Victoria, y una largo etcétera....

Si a todo esto le añadimos que tanto Sudáfrica como Namibia y Botswana son países tranquilos (políticamente hablando), ya teníamos decidido nuestro destino para el mes de Agosto....

Preparar el viaje no fue fácil, sobre todo por el miedo y desconocimiento que la gente le tiene a la palabra Africa en general. Para muchos, escuchar esa palabra es sinónimo de leones, Sida y niños muriéndose de hambre; a otros sólo les viene a la mente la palabra fútbol y Mundial...

Este es el diario de viaje donde se muestra que no sólo hay leones y Mundial en Africa, pero por desgracia si que hay hambre y gente con pocos recursos.

Espero que os guste.


Adrián.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Día 1

Vigo – Madrid – Johannesburgo – Upington


De aeropuerto en aeropuerto y tiro porqué me toca.


Como hace prácticamente un año, nos volvemos a encontrar el mismo grupo de gente, salvo algunos cambios, para emprender un viaje intenso y esperamos que interesante.


Mientras aguardamos a nuestro primer vuelo con destino a Londres, comemos algo en el suelo de la T4 de Madrid, como si de un entrenamiento fuera, adaptándonos a lo que nos espera durante los próximos 23 días


Nos ponemos un poco al día unos con los otros, más bien ellos conmigo, porque como soy el único que vive lejos, durante todo el año apenas hemos tenido contacto tras la vuelta de EEUU.


A la hora de facturar las maletas y recibir las tarjetas de embarque, a la chica del mostrador no le apetece trabajar mucho y no hace nada por ponerme con el resto del grupo, así que voy a viajar desde Londres a Johannesburgo sentando 30 filas delante del resto del grupo.


Aunque el vuelo hacia Londres salió con casi media hora de retraso, conseguimos llegar a tiempo para embarcar en el vuelo de la compañía Virgin, aunque no sin echarnos alguna carrera por la terminal. Gracias a un británico amante de su trabajo, al que pregunté si podía cambiar mi asiento por otro, para ir más cerca de mis compañeros, a este hombre, le pareció mejor solución pedirnos los pasaportes, las tarjetas de embarque y hasta las copias de las reservas de los vuelos. Así que por culpa del británico trabajador, tuvimos que recorrer la T3 de Heathrow en tan sólo 8 minutos, cuando lo normal serían 20 o 25 …


El vuelo que nos dejaría en Sudáfrica salió con casi 1 hora de retraso, eso es lo que estuvimos sentados sin movernos (al final de nada nos sirvió la carrera…); pero después todo, el trayecto me pareció muy rápido y cómodo. Mi asiento estaba en la zona de pasillo, y a mi lado tenía a un chico irlandés que viajaba a Madagascar, con el que fui hablando un rato antes de cenar y otro poco por la mañana mientras nos repartían el desayuno.


Las 10 horas de vuelo se pasaron bastante rápido, quizás porque ya estoy acostumbrado a viajes de tanta duración y porque la oferta de ocio (cine, series, música, juegos, etc ) que ofrece Virgin es tan amplia que es posible estar entretenido durante horas.


Y por fin llegamos a África……


El aeropuerto Tambo no parece muy grande a simple vista, (por lo menos la zona de llegadas), pero se ve sospechosamente nuevo… Los carteles anunciando el Mundial de Fútbol están por todas partes, incluso aún no han eliminado los accesos y controles de pasaporte especiales para personal de FIFA y autoridades…


Al salir y recoger todas las maletas (si, llegaron todas) nos estaba esperando un hombre que nos iba a entregar la documentación de los campings, un par de mapas y nos iba a acompañar hasta la oficina de Europcar para recoger los coches alquilados.


Las oficinas de todas las empresas de alquiler de vehículos que operan en el aeropuerto están en un edificio anexo completamente nuevo, es algo que les quedará del Mundial… Allí recogimos nuestros Daihatsu Terios, dos 4x4 urbanos que tienen muy buena pinta, pero no sabremos como responderán en el desierto Namibio…


Tras una breve iniciación a la conducción por el lado derecho, salimos a la fauna Sudafricana en busca de un centro comercial donde comprar los utensilios necesarios para poder vivir durante 23 días. Tras varios kilómetros de algo parecido a una autovía, llegamos al centro comercial, y para evitar sorpresas en el primer día, Cristian y yo, nos ofrecimos voluntarios para quedarnos en los coches vigilando todas nuestras pertenencias.


Con los adornos del Mundial todavía recientes, las vías de comunicación entre el aeropuerto y el centro de JHB son excelentes, muy diferentes de lo que nos encontraremos un par de horas después....



Nuestro primer contacto con la población sudafricana nos hizo ver como las diferencias entre clases es grande. De un lado teníamos a un hombre que se lleva a sus hijos al trabajo, y mientras este desarrolla su labor, los pequeños lo esperan jugando en la camioneta. Y por el otro, toda esa gente en su mayoría blanca, que se acercan al centro comercial con sus vehículos nuevos, a pasar un agradable día con su familia…


Mientras un pobre hombre trabaja recogiendo basura en el centro comercial, sus hijos le esperan subidos y aburridos en la camioneta...De vez en cuando se acerca a ellos para hablarles pero rápidamente se tiene que volver a marchar..



Después de la compra del material, comimos en un McDonald´s (he vuelto a comer ahí un año después), nos pusimos en marcha porque hasta nuestro punto de destino teníamos 800 km por unas carreteras que desconocíamos y sin ningún tipo de previsión de hora de llegada….


La salida de Johannesburgo y sus alrededores es un pequeño caos de tráfico, carteles y naves con C. Comerciales. Nada comparable con lo que nos encontramos un poco más adelante, donde ya se empiezan a ver comunidades de gente viviendo en chabolas de chapa y restos de otros materiales que van reciclando para su uso. Según vamos dejando atrás la urbe, el paisaje se vuelve mucho más seco, y con muchas partes de los campos totalmente quemados.


El tráfico en esta ciudad es importante, en cada semáforo decenas de vehículos de todos los tipos y clases sociales se agolpan esperando la señal verde para salir lo más rápido posible y sin tener en cuenta si te ha dado tiempo a cruzar o no..



Por desgracia la capital Sudafricana no sólo son estadios de fútbol, a pocos kilómetros del centro nos empezamos a encontrar con este tipo de viviendas, que nos acompañarán a lo largo de todo el país...



Durante nuestro primeras horas como conductores Sudafricanos, no dejamos de sorprendernos del estado de las carreteras y las formas de conducción en este país. Aparte de circular al revés (para nosotros claro) los arcenes no existen y el desnivel es lo suficientemente grande como para llevarte un buen susto por despiste, sobre todo porque la velocidad media a la que se circula es entre 100 y 120 km/h.


Según nos vamos adentrando en el centro del país, el paisaje cambia radicalmente y se convierte en un auténtico secarral desértico, completamente llano y sin apenas árboles u otros vegetales de más de un metro de alto. Las carreteras se hacen eternas, con zonas muy rectas y sin curvas, durante decenas y decenas de kilómetros….


Una carretera cortada rompe de lleno todos nuestros planes. Si las vallas están caídas y rotas, cuanto tiempo llevan con las obras ??


Reunión de urgencia: Seguimos las indicaciones de la señal o nos la saltamos y vemos si podemos seguir por la carretera ??


Al viajar en invierno, a las 17:30 se nos hace de noche y las sombras aparecen en cada esquina, aparte de tener cuidado con el arcén y los coches que nos vienen por el lado contrario, hay que llevar otro ojo puesto en los animales y gente que circulan por los laterales de la carretera. La distancia entre Johannesburgo y Upington (nuestro primer destino) es de casi 800 km; teniendo en cuenta de que tardamos mucho en comprar y salir a la carretera, vamos un poco apurados de horario.


Como somos 6, nos hemos repartido 3 por coche y nos vamos dando relevos cada dos horas más o menos. Aún así el camino hasta Upington se nos hace muy largo y cuando por fin conseguimos llegar eran ya las 11 de la noche. Tras recoger las llaves de la habitación y darnos una ducha nos metimos en la cama sin cenar…el cansancio podía sobre el hambre.


Comparto habitación con David.

Día 2

Upington – Fish River Canyon


El hornillo invisible.


A las 6:30 todos estábamos ya en pie para desayunar y emprender la marcha. El hombre de la recepción nos engañó anoche; a esta hora aún no ha amanecido….


Bajamos a desayunar y la verdad es que no estaba nada mal, un típico desayuno de hotel, o por lo menos algo semejante. Fuimos eligiendo a descarte, por un lado el zumo con hielo, después la fruta y para terminar y haciendo una excepción, todos menos yo han pedido 2 huevos fritos. He sido el más precavido y he desayunado cereales con leche.


Nos tomamos las prevenciones lógicas bastante en serio, todos menos Fran, que no tiene reparo en abrir la boca debajo de la ducha. Dice que somos demasiado precavidos…veremos quién tiene razón, si él o nosotros.


Nada más salir del hotel, paramos a echar gasolina y comprar algo de comer. En este país, de momento los supermercados más comunes son de la marca Spar, como los que había en España hace 20 o 30 años.


Tras la compra de provisiones, nos ponemos en marcha hacia la frontera con Namibia por una carretera completamente recta y un clima tan seco casi como el del día anterior. De camino, nos llama la atención los enormes nidos que los pájaros forman en los postes de la luz, y entre foto y foto llegamos al puesto fronterizo.


Aprovechamos una de las paradas para sacarnos una foto junto al cartel que nos indicaba la cercanía de Namibia...



Parece increíble que unos pájarillos tan pequeños lleguen a hacer semejantes nidos en los postes de la luz. En algunos casos llegan a pesar tanto que han terminado cediendo y cayéndose al suelo, cortando el suministro eléctrico supongo...



Las fronteras y rellenar papeles no tienen secretos para Jorge, David y yo después del Mongol Rally, pero para el resto es toda una primera experiencia. Entramos a cubrir los papeles de inmigración y sellar los pasaportes en unas oficinas Sudafricanas muy limpias y organizadas, hasta ahí todo bien; pero cuando vamos a pasar el último control, con todo sellado, firmado y delante de la última barrera…..control de equipajes !!! Todos tenemos que bajar de los coches, abrir las maletas y bolsos; porque no hay nada mejor para 6 policías aburridos a 110 km de cualquier tipo de civilización, que dos coches de turistas extranjeros con varias mochilas y bolsos para registrar…


Tras empezar por el coche delantero, donde íbamos Cristian, Jorge y yo. El policía aburrido me pide que le enseñe mi bolso, y está muy interesado en la cantidad de papel, bolígrafos y lápices que llevo, así que amparado en mis experiencias pasadas, le ofrezco un rotulador “de regalo”. Desde ese momento se desentiende por completo del bolso, revisiones, etc y todo su cerebro se vuelca en buscar un rotulador negro que pinte bien.


Cuando lo encontró incluso me ayudó a guardar todo dentro y cerrar la cremallera del bolso, olvidándose por completo del resto del coche…. Y es que no hay nada mejor que unos buenos rotuladores para “comprar” a los policías de frontera; palabra de viajero !!!.


Tras pasar el lío fronterizo de Sudáfrica, hicimos un pequeño tramo de carretera y llegamos a la frontera Namibia; un puesto como los de antaño: Roto, viejo y lleno de polvo (como debe de ser una frontera…). Rellenamos los papeles, y teníamos que pagar 200 N$ (Dólares Namibios) por coche, lo cuál nos suponía un problema porque aún no habíamos cambiado moneda, tan sólo teníamos 170 Rands Sudafricanos que no nos

llegaban para nada.


Jorge y David se fueron con un policía a un ¿¿cajero?? para intentar sacar dinero, pero después de más de 10 minutos volvieron sin nada porque el cajero estaba vacío; lo que por otra parte es normal, quien va a hacer 200 kilómetros hasta el medio de la nada para meterle dinero a un cajero?? Al final, y gracias a un inglés que también estaba en la frontera y nos cambió, pudimos pagar y seguir con nuestro camino. Primer día y primera improvisación, como debe de ser!!!!


Tras los momentos frontera, llegó lo realmente bueno del viaje: las pista de tierra y grava, donde la conducción es muchísimo más divertida. Tras dejar atrás varios pueblos de 4 o 5 casas en medio de la árida soledad, llegamos a una zona con un enorme peñón de rocas al otro lado de una verja y una vía de tren. Uno que lo diga y otro que lo haga, paramos los coches, saltamos la verja, cruzamos la vía del tren y en 10 minutos estábamos en lo alto de las rocas desde donde la vista es espectacular.


Después del asfalto Sudafricano por fin llegaba lo divertido: pistas de arena y baches, lo ideal para poner a prueba nuestros 4x4 alquilados...



Nos subimos a lo alto del montículo para disfrutar las vistas y descansar un rato de la conducción.



Vistas desde lo alto de las rocas. La línea oscura es la vía del tren y en la parte inferior izquierda están nuestros vehículos.....



Mientras el resto del grupo se tomaba el descenso con más calma, David y yo bajamos y nos fuimos a probar las bondades de los 4x4 que habíamos alquilado por las pistas de cercanas al peñón. Pero el juego se terminó cuando en el coche conducía yo hubo un pequeño corrimiento de material, y la mesa, esterillas, etc, acabaron todas revueltas y mezcladas en la parte trasera.


De camino a nuestro primer camping, nos cruzamos con los primeros animales del viaje, varios grupos de avestruces, a ambos lados de la pista e incluso algunas cruzando a todo correr asustadas al vernos aparecer con los coches.


Nuestras primeras avestruces del viaje, como corren campo a través las condenadas......



Llegamos al camping antes de lo previsto, entramos en la recepción, un gran local con muchísima decoración a modo de coches antiguos, reliquias de madera, incluso algún camión entre las mesas de la cafetería y restaurante.


Nos ubicamos en nuestra parcela grande, con los baños y las duchas bastante cerca; después de montar las tiendas y organizar un poco los coches (tarea que nos tocará a diario), nos quisimos dar un pequeño chapuzón en una piscina circular que teníamos cerca de nuestra parcela; no sin antes asegurarnos de que tuviera más cloro que litros de agua. Pero el problema surgió con la temperatura de la misma, que rondaría los 12ºC como muchísimo, y no había quién metiera algo más que un pie dentro, tan sólo Fran tuvo el coraje de meterse entero.


Fran, Cristian y Ana montando el campamento junto a la sombra de un árbol.



La sesión piscina no tuvo mucho éxito, tan sólo Fran se atrevió a meterse entero. Algunos incluso ni se acercaron al agua...



Como aquí los días empiezan a las 6:00 y terminan a las 17:30 (cuando se hace de noche) y ya no hay mucho más que hacer, nos sentamos en una terraza del bar a beber algo y probar la cerveza Namibia (nada del otro mundo). Para estas horas muertas, nos hemos traído un par de juegos de mesa y así pasamos el rato de forma entretenida.


A eso de las 22:00 volvimos a las tiendas con la intención de hacer la cena, colocamos todo en su sitio, preparamos las cosas, abrimos la caja del hornillo y …..la caja estaba vacía !!! Nos habían vendido sólo la caja.


Así que no podíamos cocinar lo poco que teníamos: pasta y dos botes de tomate. Teniendo en cuenta que nuestra comida consistió en un bocadillo de pan de molde con mortadela y queso, se podría decir que empezamos el viaje pasando hambre.


Intentamos jugárnosla, y Jorge fue a preguntarle al cocinero del bar/restaurante si nos podía dejar la cocina o cocernos la pasta para poder cenar. Al final, el hombre se apiadó de nosotros y logramos cenar, aunque la cantidad fuera muy poca para cada uno.


Tras engañar al estómago y cuando era casi la medianoche, nos metimos en el saco para pasar nuestra primera noche de camping.

Día 3

Fish River Canyon


Paseo por el cañón, chapoteo y waka - waka


A la hora acordada la noche anterior, hicimos por levantarnos aunque nuestro cuerpo no estuviera muy de acuerdo con esa idea.


Nos pusimos en marcha temprano en dirección al Fish River Canyon, el segundo cañón de río más grande del mundo, y mucho más espectacular e impresionante que el del Colorado. Los puntos de visión y miradores son más espaciosos y amplios, se puede ver mucho mejor el río (no como en el americano) y sobre todo están mucho menos masificados, lo que permite tomarse todo con mucha más calma y disfrutar el doble. Hay algunos miradores que son increíbles, sobre todo una especie de herradura, que se puede ver desde muchos cientos de

metros.


Jorge rellena los papeles de entrada al parque mientras el resto esperan y yo investigo un mapa del recinto...



Una de las grandes "herraduras" que ha hecho el río en el cañón...Quizás no tenga tanta altura como el del Colorado, pero es mucho mas accesible y sobre todo tranquilo para visitar..



El río lleva poco caudal en esta época del año. Desde donde nosotros estábamos hay varios cientos de metros hasta el cauce del Fish River.



Después de la ruta por los miradores, seguimos un poco más hacia el interior para comprobar si había mejores vistas o eran todas similares. Como la diferencia no era muy grande, nos desviamos y buscamos el cruce de pistas para llegar a las Hot-Springs, un lugar del que sabíamos realmente muy poco.


El camino hasta ese lugar, no es el más adecuado ni recomendable; es una pista de 70 km llena de piedras, baches y sobre todo mucho polvo. Tras casi hora y media de conducción “difícil”, llegamos al final del camino que viene siendo la entrada al recinto. Parece imposible, que después de tantos kilómetros y tierra deshabitada nos podamos encontrar con algo vivo allí.


Los peores momentos de la conducción siempre son cuando un vehículo circula justo delante...El polvo se hace insoportable y la visibilidad prácticamente nula...



Grandes rectas componen las pistas que atraviesan Namibia. El polvo que se levanta nos informa del número de vehículos que circulan a la vez que nosotros.




Una chica muy amable nos atendió, nos informó sobre datos, horarios y lo mejor: Todo Gratis.

Antes de nada decidimos comer algo consistente tras la mini-cena a base de un poco de pasta para 6 de la noche anterior. Pedimos de menú 2 zancos de pollo para cada uno, con patatas fritas y una Coca-Cola. Ni que decir tiene que la ensalada que acompañaba se quedó entera en el plato (aunque Fran seguía sin opinar lo mismo). Tras comer, nos pusimos el bañador y fuimos hacia la piscina de agua a 37ºC, eso fue lo que nos dijo la chica simpática, pero la cantidad de agua caliente que entraba en la piscina no era suficiente para tantos litros, porque estaba bastante fría.


No era el mejor sitio del mundo para bañarse, ya no por el agua, sino porque el fondo tenía unas machas negras que se levantaban al darle con los pies….


Después de compartir baño durante 1 hora con varias personas, e incluso unos chicos que también estaban alojados en el mismo camping que nosotros, decidimos probar la piscina interior; un tipo SPA a la africana, muy bonito y organizado pero con el agua en el mismo estado, o incluso peor que la piscina exterior. Otra vez Fran fue el único que se atrevió a entrar.


Imagen del pseudo-Spa interior que tenía el complejo. En la fotografía no se aprecia con exactitud el color verdoso del agua...



Para terminar la jornada, dimos un paseo hasta una presa cercana al recinto que es de donde extraen el agua para las piscinas. Nos subimos a ella; Jorge para grabar un poco y yo simplemente por pasar el rato. Una familia de monos bastante grande nos observaba desde la otra orilla del río, siguiendo nuestros movimientos con relajación pero a la vez cautela.


Volvimos al camping, paramos antes a comprar unas garrafas de agua (porque ya no teníamos nada) y unos troncos para poder hacer fuego y preparar la cena. Al no tener hornillo, el fuego es nuestra única solución.


No fue fácil hacer la cena, los troncos eran muy gordos y no prendían con facilidad, así que Jorge y yo nos adentramos en la oscuridad para recoger algunos palitos por los alrededores del camping y así por lo menos intentar darle forma a la fogata. Al final, conseguimos cocer el arroz y también poner completamente negra la cazuela, pero pudimos cenar, aunque fuera poco.


Una vez en el camping y antes de preparar la cena, subimos a un pequeño cerro que teníamos a nuestras espaldas para disfrutar un poco de las vistas, la imagen habla por si sóla: El recinto, el camping y después nada....


Preparando la cena a fuego lento. La cazuela nunca más recuperó su color exterior original...



Cuando ya estábamos durmiendo, unos ingleses algo pasados de copas, nos deleitaron durante un buen rato con una versión muy reducida del Waka-Waka; tanto que sólo gritaban waka-waka eh! eh! waka-waka eh! eh!.

Día 4

Fish RiverNamib Desert Lodge


Una señal en el camino…


Un poco más temprano de lo habitual, pero no mucho más, nos levantamos y nos pusimos en marcha, recogiendo, desayunando y montando en los Terios. El objetivo era llegar cuanto antes a nuestro destino: La zona de Sesriem y Sossusvlei.


Como aún no sabíamos como se las gastaban los Namibios con el tema de las gasolineras, ni la distancia entre estas; le solicitamos carburante a la chica de la tienda y bar del local. Nos acompañó y sirvió, muy amablemente el jefe de cocina (el chico para todo) con su uniforme de faena, a lo que nosotros nos preguntamos: Se lavará las manos después?? Le saldrá la comida con ese regustillo a gasolina de 93 octános??


Ni corto ni perezoso, el hombre salío de la cocina, llenó los tanques y volvió a sus tareas diarias...



Emprendimos la marcha por las pistas namibias con doble fortuna; por un lado porque al ser tan temprano tuvimos la suerte de ver animales como no los habíamos visto aún: Algún Springbok, un oryx e incluso una cebra coqueta que posó muy amablemente para mi cámara de fotos.


Gracias a la excelente visión de Cristian pudimos ver nuestra primera cebra del viaje, tenemos que agradecerle también al animal el detalle de girarse hacia nosotros para no darnos la espalda...



La parte desafortunada de la mañana fue encontrarnos a Ana en el arcén de la pista haciéndonos señales para que paráramos... En una curva con paso a nivel, se habían salido y desllantado una rueda trasera. Según contaron después, llegaron despistados a la curva, que es muy cerrada y les fue imposible entrar en la misma, doblando un cacho de la señal de paso a nivel y rompiendo el piloto trasero del Terios.


Momento avería. Aunque no se puede apreciar, debajo del Terios hay un arbusto de 2 metros de alto similar al que aparece en la parte inferior derecha de la fotografía...



Tras ver las marcas en el suelo, la señal doblada y el tremendo seto de pinchos que acabó debajo del coche nos entró la risa… Afortunadamente todo se solucionó con un cambio de rueda y comprobando que el coche lleva algo doblado en el eje trasero, al circular la rueda no gira de forma estable, pero tampoco es nada importante…


Fijándose un poco se pueden ver las marcas de las ruedas atravesando la pista y la señal del paso a nivel doblada en una esquina.



Seguimos de camino buscando un pueblo donde encontrar un taller para volver a montar el neumático en la llanta, echar gasolina y comprar algo de comer, porque todavía nos quedan 2 días de camping por delante y volvemos a estar sin una gota de agua ni nada sólido que llevarnos a la boca.


Nos paramos en un pueblo bastante grande llamado Bethanie, donde había una gasolinera y un supermercado con muchas cosas si lo comparamos con lo que hay en 200 km a la redonda... Tienen hasta una nevera con helados y comida enlatada para perros y gatos, todo un lujo en estas latitudes.


Me llama mucho la atención ver como durante decenas de kilómetros, las pistas se llenan de gente haciendo autostop, buscando alguien que les lleve de un sitio a otro (no sabemos muy bien a donde), y las casas donde viven están hechas con restos de chapas o barro, en las que carecen de agua, luz o cualquier otra comodidad.


Un grupo de personas, las adultas de no más de 40 años, pasean por Bethanie de camino al supermercado.



Esta gente, tienen a sus vecinos más próximos a 3 o 4 kilómetros (en algunos casos muchos más).No sabemos tampoco muy bien de que se alimentan y viven, porque todo lo que hay a su alrededor es vegetación desértica, mucho polvo, soledad y silencio….Suponemos que harán viajes desde grandes distancias para comprar en lugares como el supermercado donde nosotros estamos pero….de dónde sacan el dinero?? Dónde trabajan??

Porque en algunos casos (muy raros eso sí) nos hemos encontrado algún poblado con un par de vehículos aparcados allí…


Tras el intercambio cultural con algunos habitantes de Bethanie por parte de Ana y Fran (un cigarro por dos o

tres palabras en Namibio), seguimos nuestro camino dejando en la gasolinera a una colección de turistas llegados en camiones y autobuses de los viajes organizados. De esta forma, ya se entiende un poco más el porqué de un supermercado con tantas cosas allí (parada obligada de viajes organizados); incluso tienen hasta su propia carne envasada allí mismo y una nevera llena de bolsas de hielos también de fabricación propia…todo esto, sólo apto para valientes….


Paquetes de carne envasada en el supermercado. Por suerte, me pude colar y ver como era el proceso de fabricación, toda una experiencia....



Conducíamos pensando que teníamos más distancia hasta Sesriem, pero apenas nos quedaban algo más de 200 kilómetros, así que paramos a darle aire a la rueda averiada y de paso comer algo en un hotel/bar llevado por una holandesa muy simpática….


Los dos trabajadores de la mini-gasolinera le dan aire a la rueda averiada del Terios.



Cualquier sitio es bueno para descansar y echarse una siesta después de comer, y si es con la escasa sombra que da un árbol mucho mejor...



Namibia está lleno de hijos de emigrantes Alemanes y Holandeses, que prefieren vivir y montar un establecimiento en medio del desierto ( a 150km de distancia del punto habitado más cercano) antes que retornar a los países de sus padres y vivir con las exigencias, prisas, etc que tiene un país europeo.


Tras comer un sándwich de jamón cocido (el resto del menú llevaba riesgos alimenticios para nuestra salud), reanudamos el camino, parando poco después para sacar unas fotos David y yo a una furgoneta Volkswagen que estaba abandonada en el arcén de la pista. Es muy común ver coches, camiones, etc quemados o abandonados en los pueblos o conjuntos de casas. De estos vehículos accidentados se utiliza todo: las piezas para otros, y la carrocería / chapa es usada para tapar huecos en las paredes, meterse dentro, jugar los niños, etc, etc…


Uno de los cientos de vehículos que hay abandonados en los arcenes de las pistas. Para alguien como yo que es aficionado a los coches clásicos, ver esta furgoneta en su estado es altamente doloroso....



Llevábamos un rato comentado la situación de los aeropuertos Africanos; los marcan en los mapas pero tan sólo son unas pistas de tierra en una zona plana, cuando apareció uno a un lado de la pista por donde circulábamos, así que paramos, abrimos la verja, y entramos a darnos una vuelta por el aeródromo. Nada tiene más que un indicador de viento y la pista de aterrizaje con arena roja. Seguramente tan sólo se use cuando 2 o 3 ricos lleguen en las avionetas privadas a algún lodge cercano para ir a cazar animales a las muchas reservas que se ven a lo largo de los kilómetros.


"Aeropuerto Internacional, la avioneta está a punto de aterrizar, por favor pasen por el control de pasaportes..."



Estas reservas privadas ocupan la mayor parte del espacio de Namibia. Se puede saber porque durante horas y horas, las pistas son completamente rectas y a ambos lados de estas, unas vallas hechas con troncos de madera y alambre, mantienen a los animales dentro del recinto. Cada muchos kilómetros, encontramos una valla para entrar/salir, y muy de cuando en vez, un cartel que indica el nombre de la reserva o recinto. El problema de estas fincas es que han sido cortadas por la mitad para dejar paso a los vehículos, ya que las pistas son públicas.

Seguro que sus dueños no están nada de acuerdo….


Al llegar al desvío hacia Sesriem paramos para hacer un cambio de conductor y de paso aprovechamos para sacarnos una foto con el cartel que indicaba la dirección del pueblo. Como una foto sin más no tiene gracia, Jorge y yo nos subimos a lo más alto del cartel , para salir bien en la foto. Un día nos vamos a llevar un buen susto, por hacer el mono subiéndonos a las cosas….


Quizás las pistas y caminos no sean los mejores del mundo, pero la señalización es perfecta; tanto indicando peligros como cruces, pueblos....



Llegamos a la puerta del parque un poco despistados, y preguntamos en la recepción si alguien sabía dónde se encontraba nuestro camping porque no veíamos carteles por ningún lado. Resultó, que el tipo que nos hizo la reserva no debió de encontrar otro más cerca de la puerta del parque de Sesriem (o no le dio la gana) porque estaba a 50km !!!! Con lo que para poder ver al día siguiente la famosa duna 45, tendremos que hacer 95 km….


Como era ya tarde y la noche se empezaba a echar encima, subimos rápido en los Terios y salimos a toda prisa para intentar llegar aún con luz y poder montar las tiendas de la mejor manera posible. A pocos kilómetros de llegar, nos encontramos con una gran manada de springboks que cruzó la pista y se quedó pastando a escasos metros de nosotros. Paramos y bajé del coche para intentar sacarles unas fotos desde algo más cerca; poco a poco se iban alejando despacio y yo detrás…cuando quise volver, estaba a más de 30 metros del coche en medio de la vegetación.


A pesar de ir con mucho sigilo, me fue imposible acercarme más a los Sprinboks, se hacían los despistados pero en cuanto yo daba un par de pasos más, ellos echaban una carrerita y se volvían a poner a varios metros de distancia.


En el camping nos abrieron la puerta del recinto, informándonos de que la recepción, el lodge y el resto de servicios están a 5 kilómetros de nuestra zona de acampada (está pegada a la puerta de entrada). No deben de querer que los campistas pobres se junten con los que pagan un dineral por dormir en las casas de madera con todo tipo de lujos…. Así que después de hacer el check-in y otra vez los 5km, montamos las tiendas ya con la noche echándose encima.


Seguramente el servicio más original de todos cuantos he visto nunca, no ya por su forma, sino por su situación: En los límites de la zona de acampada, totalmente a oscuras y con todos los animales que allí hay paseando a su alrededor si quieren....



Preparamos para cenar un poco de arroz con un sucedáneo de tomate y de postre dos gallegas para cada uno. Decidimos acostarnos rápido para levantarnos muy temprano, y llegar a la puerta del parque con tiempo suficiente para entrar con calma y poder acercarnos a la duna 45 antes del amanecer.


Así que tras el arroz con tomate y una sesión de astrología, viendo todas las estrellas sin ningún tipo de luz artificial que moleste, nos metimos en la tienda acompañados de unos ruidos parecidos a los de unos grillos, pero que se mueven con mucha rapidez; suenan muy lejos y en 4 segundos están pegados a la tienda….

África y sus animales nos dan las buenas noches…..

martes, 23 de noviembre de 2010

Día 5

Namib Desert Lodge – Sesriem

Una hora menos en Namibia.


Aunque resulte difícil de imaginar, a las 3:15 ya estábamos en pie, para ponernos en marcha y llegar a tiempo a la puerta del parque sin problemas. Con un frío como no habíamos tenido en los anteriores días de viaje y mucho más sueño, despertamos al guardia de la puerta del lodge para que nos abriera la barrera y poder salir. No pareció sentarle muy bien la verdad…Salió con una camiseta, descalzo y con cara de no entender nada, ni porqué los “guiris” salían al desierto a las 3:00 ….pero nosotros somos así…


Gracias a este madrugón comprendemos un poco más como funcionan muchas cosas; estas personas trabajan de día en la barrera, y de noche duermen allí, concretamente en la caseta de la misma entrada. Se podría decir que su vida gira en torno a la barrera y la entrada del recinto. Abriéndoles la valla a gente que se gasta más dinero en una semana, que todo lo que ese pobre hombre pudiera llegar a ganar trabajando 300 años….


El trayecto no se hizo muy largo, y como estaba previsto llegamos los primeros a la puerta del parque. Con la experiencia anterior, llamamos a voces al hombre-guardia, que con cara de pocos amigos nos informó que hasta las 6:30 no abría la puerta…Cómo??? No puede ser pensamos….porque a esa hora no llegamos a ver el amanecer, a esa hora ya ha salido el sol.


Por mucho que le insistimos, no nos hizo ni caso. Cada vez que lo despertábamos nos contestaba siempre lo mismo: No. Así que en un último intento pensamos hasta en comprarlo con 50$, pero esta idea era totalmente inútil como pudimos comprobar unas horas después.


Durante unas horas, lo único que pudimos ver de Sesriem fue el cartel de la entrada, y la caseta donde el vigilante intentaba dormir...



Ante semejante problema y sin ninguna otra posibilidad, decidimos continuar en el coche, intentando acomodarnos lo mejor posible y dormir hasta la hora en que el amigo abriera la puerta. Pero a eso de las 6:00 y con la luz del alba, ya a nuestras espaldas, empezó el movimiento de coches en el interior del recinto. El guardián de la puerta seguía durmiendo a pierna suelta….


Varios coches empezaban a aparcar ya tras los nuestros, y de uno de ellos, se bajó una mujer italiana, que se acercó a nosotros y nos preguntó a que hora abrían la puerta. Estuvimos hablando un rato con ella, y un poco cansado ya de esperar, Jorge se dirigió al otro hombre que estaba custodiando la puerta para preguntar una vez más a que hora tenían pensado abrir, porque ya se pasaban casi 20 minutos de las 6:50, que nos habían dicho en un principio.


Con el honor de ser los primeros en la puerta, el Sol empezaba a despuntar y no teníamos noticias del hombre que nos tenía que abrir la puerta...



En ese momento el hombre, le mostró a Jorge su reloj, y marcaba las 5:50, y cuando Jorge le iba a decir que tenía el reloj parado, a mí se me encendió la bombilla y le corté la intervención diciéndole: Espera!!! En Namibia es una hora menos que Sudáfrica y España….. La italiana no daba crédito a lo que escuchaba, Jorge se quedó pálido y yo sin palabras….


Sabías que es una hora menos y no nos dices nada?? Llevamos 3 días viviendo con una hora equivocada!!! me preguntó Jorge…- Yo lo sabía, y lo hablé un día en el coche, pero veo que nadie me hizo caso, respondí. (La italiana seguía riéndose de nuestra situación y conversación.)


La reacción a la gran noticia, por parte del resto del grupo fue decir: Joder!!! Entonces hoy nos hemos levantado a las 2:15 !!!, con razón el portero del lodge tenía cara de asustado, estaría pensando: A dónde irán estos locos españoles tan temprano???...


Pero las sorpresas matutinas no terminaron con nuestro nuevo cambio horario, porque cuando el hombre abrió la puerta y preguntamos en la oficina de información, resultó que hay que pagar 500$N para entrar dentro del parque (las seis personas y los dos coches), que la entrada vale sólo para un día y no se puede pagar la entrada el día antes y llegar temprano para entrar porque la segunda barrera no la abren nunca antes de las 7:00. Por lo tanto, es imposible ver el amanecer desde la duna si no se está alojado dentro del camping del parque.


Pagamos los 500$N de nuestra entrada y nos quedamos sorprendidos de que la carretera esté completamente asfaltada hasta el final, con esto no habíamos contado la noche antes haciendo nuestros planes horarios. Como era bastante temprano y no había casi nadie aún, llegamos a la famosa duna 45 y nos la encontramos bastante vacía.


Imagen de la carretera que atraviesa Sesriem y permite llegar hasta el final del parque y las famosas dunas, alrededor el silencio...



Nos paramos en la primera dura que encontramos, curioso el color oscuro de la arena. Nos la imaginábamos amarilla....



Apenas un par de camiones de viajes organizados estaban aparcados delante de la duna, donde mientras los turistas suben a sacarse las fotos y ver el paisaje, los dos hombres que van con ellos les preparan el desayuno, colocan las sillas, las mesas, etc; para que cuando bajen tengan todo listo para desayunar sin hacer el mínimo esfuerzo….


La famosa duna 45, desde lejos la pendiente impresiona....



La duna es bastante difícil de ascender, porque aunque está bastante pisada, los pies se entierran una barbaridad, y a los 3 minutos de ascensión el cuerpo ya pide descanso. Además, no conviene intentar subir corriendo, la propia experiencia me dijo que después de unos cuantos pasos, el corazón se quiere salir del pecho.


Subir la duna es una experiencia indescriptible, a cada paso se va notando el aumento de altura, la zona que se pisa puede tener como mucho 25 cm de ancho y a ambos lados la gran pendiente, aumenta de tamaño a cada paso que damos…levantar la vista y ver unas figuritas pequeñas allí arriba en lo alto impresiona, por momentos te sientes como un equilibrista paseando por un cable…


La arista de la duna es una superficie estrecha, lo que hace que los primeros pasos se den con cuidado por el miedo interior a caerse hacia los lados.



Mucha gente sube y baja a lo largo de la mañana. A partir del mediodía estar ahí con el calor debe de ser insoportable. Por un lado es bonito y curioso subir, pero pensándolo bien es un desgaste brutal para la duna: miles de personas subiendo y bajando por donde les da la gana a diario, haciendo lo que quieren e incluso llevándose arena en pequeñas botellas…en Europa estaría prohibido o casi, pero por desgracia esta actividad da mucho dinero……


Una parada para descansar y sacarse una foto de grupo a mitad de camino..



Estuvimos en lo alto de la duna bastante tiempo, tanto que al final prácticamente nos quedamos solos. Todos los turistas empezaron a bajar, desayunar o simplemente seguir el camino hasta el final, aparte de que el calor se empezaba a dejar notar de manera importante. Fue en ese rato cuando aprovechamos para disfrutar de algo que pocas veces podremos hacer: saltar por los aires a 150 metros de altura y no rompernos un par de costillas en el intento. Las fotos hablan por sí solas….




Cuando el Sol apretaba tanto que era imposible estar descalzo sobre la arena, decidimos bajar por un lateral corriendo y seguir nuestra ruta hasta el final del parque. El paisaje que rodea a la carretera es impresionante: cientos de dunas todas de diferentes formas y tamaños, con la arena brillando por el sol o haciendo sombras, dan ganas de pararse y sacarle fotos a todas y cada una de ellas….


Llegamos a la zona donde se encuentran las salinas y el lago seco, una zona que avisan sólo es apta para vehículos 4x4.Nosotros, pobres ilusos y pensando que los pequeños cacharros que alquilamos podrían con semejante cantidad de arena que allí había, entramos por el camino y apenas 200 metros después nos quedamos atrapados…A duras penas conseguimos sacarlo y dar media vuelta para volver al parking…


Como todo está montando para el turismo, hay decenas de vehículos 4x4 bien preparados, que se dedican a llevar a la gente hasta el final y traerlos de vuelta a una hora acordada “previo pago” claro está. Un conductor de esos vehículos nos vio pelear con el Terios y como buen comerciante, primero nos ofreció su ayuda, y tras nuestra negativa, nos siguió todo el camino hasta el parking para ofrecernos un viaje a buen precio….


No nos quedaba otro remedio que aceptar si queríamos ver el lago y las dunas, así que negociamos el precio en Euros y Dólares Americanos. El hombre de tonto no tenía un pelo, y no conseguimos colarle el mismo precio en ambas monedas. Así que pagamos unos 10 euros cada uno por el paseo de ida y vuelta.


El 4x4 que nos acercó hasta el final del parque (el lago seco y las dunas)



La salina y el lago entre las dunas es cuanto menos curioso; después de subir a lo alto de una duna, se puede ver el auténtico cementerio de árboles totalmente secos, con toda la superficie de tierra blanca a su alrededor. Es una superficie mucho más grande lo que aparenta. La última vez que se llenó de agua fue en el año 2001. Cuando eso sucede, y mientras el agua se mantiene, nace y crece vegetación dando lugar a un oasis.


El lago seco, lo blanco que se aprecia entre la vegetación es sal mezclada con la arena.



El lago grande está repleto de árboles secos de diferentes tamaños.



Tras la visita al lago y durante el camino de vuelta, algo me tenía preocupado: ¿Cómo es posible que un 4x4 se quede atrapado en una pista de arena? Algo no cuadraba en esta historia… así que me puse a investigar en los papeles del coche, revisar y buscar, hasta que al final como me esperaba, saltó la liebre. En el cristal teníamos una pegatina redonda de Europcar con un número de teléfono de emergencia, pero por debajo se apreciaban unas letras…. Arranqué la pegatina y me encontré otra, en forma de aviso, notificando que el sistema 4x4 había sido desactivado por defecto desde la fábrica…. Los de Europcar nos la habían colado y de que manera!!!


Ni con estas fotos los de Europcar se hacen cargo de la estafa, es increíble....



Llegamos a la entrada del parque y preguntamos las posibilidades y precios para alojarnos en el camping esa noche y así poder ver de una vez el amanecer en la duna 45. Como había sitio y el precio era bueno, decidimos reservar unas plazas y nos organizamos para ir a buscar todo el material. Hicimos 2 grupos: David y Fran hicieron el trabajo sucio de desmontar, recoger, traer todo de vuelta, etc y el resto del grupo (Ana, Jorge, Cristian y yo) nos quedamos en el bar del parque pasando fotos, escribiendo el diario, etc. No fue una decisión de vagos ni mucho menos, simplemente no tenía sentido ir todos en los dos coches y gastar gasolina de forma innecesaria. Nos comprometimos a cambio, a montar todas las tiendas y el campamento en cuanto ellos dos llegaran.


En la zona de acampada, los coyotes pasean entre las tiendas y caravanas buscando comida que robar o algunas sobras que llevarse a la boca.



Tras el regreso con las tiendas, accesorios etc, volvimos a hacer la cena a base de troncos y palitos, esta vez nos costó un poco más porque la leña no tiraba y los palitos tampoco sobran en ese camping, así que se puede decir que hicimos pasta a fuego lento…


Durante la preparación y degustación de nuestra ración, nos acompañaron entre las tiendas varios coyotes que se dedican a pasear y esperar a que les caiga algo de comida o a robarla (más bien esto último). Son como pequeños perros con el pelo marrón y negro, que a pesar de todo se asustan con mucha facilidad y tienen miedo a las personas.


A la hora del postre, tuvimos la compañía de un hombre suizo llamado Matías, que lleva la friolera de cinco años dando la vuelta al mundo en su moto. Casi sin querer, le hicimos un tercer grado sobre lugares, países y otros datos que nos interesaban para futuros proyectos. Es un placer compartir sobremesa con gente así, y es que algunos tenemos un Matías dentro…


El día no daba para más, sin lugar a dudas, el más intenso de todos los que llevamos de viaje….