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martes, 23 de noviembre de 2010

Día 6

Sesriem – Swakopmund


Cruzando el Trópico.


La tienda de los madrugadores, y encargados de despertar y levantar al personal (David y yo) nos pusimos en marcha para dejar todo listo y repetir visita a la duna 45. En el momento en que me estoy lavando los dientes en el baño, David entra y me dice: “Te van a matar…. es una hora menos!!!”, y es que no había cambiado la hora del móvil, y el despertador seguía sonando por la hora española. Uno, que ha nacido despistado…..


Como el resto se negaron a levantarse, aprovechamos para lavar los cacharros de la cena, guardar la mesa y hacer un poco de todo, así que para cuando el grupo salió de la tienda, nosotros ya teníamos todo listo y esperábamos para salir hacia la segunda puerta.


Volvimos a entrar en el parque y corrimos por la carretera todo lo rápido que los Terios con tracción 4x2 podían, para tomar una buena posición en la duna. A la hora que abren la puerta es imposible llegar de noche como nosotros pensábamos, de hecho, el amanecer iba pegado a nuestros talones durante los kilómetros desde la puerta hasta el aparcamiento de la duna.


Volver a subir la duna, esta vez con la arena casi sin pisar, lo que es mucho más complicado que el día anterior. Nos colocamos en todo lo alto y esperamos a que el Sol saliera por el horizonte…Está bien, es bonito, pero me esperaba algo más. Es un amanecer más, no se aprecia mucho el contraste de colores a lo lejos, eso sí, es encima de la duna 45 de Sesriem; un lugar donde con muchas probabilidades no vuelva nunca más…


Para poder ver el amanecer completo desde lo alto de la duna, hay que correr mucho con el coche durante los 45 kilómetros que hay desde la entrada del parque.



Unos minutos después de que el Sol despunte, comienzan a verse los contrastes de colores en la arena de las dunas...



Mientras desayunábamos en el aparcamiento, 1 vaso de zumo sudafricano y 2 galletas por persona, tuvimos la oportunidad de conversar otro rato más con Matías. Tras la breve charla y una foto en común para recordar el momento, el suizo sigue su camino, invitándonos una vez más a su casa de Suiza, donde piensa montar un albergue para gente que este viajando. Por otro lado es normal, porque si todo el mundo que ha invitado durante estos cinco años decide visitarlo, necesitará por lo menos diez albergues…


No quisimos dejar pasar la ocasión para tomar una foto de recuerdo con nuestro amigo Matías.


Y una foto de su compañera de viaje durante los últimos cinco años...



Tras la despedida de Matías, se acercaron a nosotros unos catalanes que viajaban en un camión de esos de T.I. (Todo Incluido). Dos hombres muy orgullosos de conocerse a sí mismos y una mujer, que intentaba pasarnos por delante de las narices su plato de huevos revueltos con bacon. Querían saben cosas acerca de Matías y de paso, presumir de viaje delante de unos españoles, pero les salió el tiro por la culata, como se suele decir.


Cuando les preguntamos a donde se dirigían tras la duna, nos respondieron con un: “Pues creo que a montar en quad, pero no sabemos ni como ni donde….”. Ahí es donde comprendí que su inteligencia es similar a la de una libélula…..pagan 5000 euros, o incluso más, por viajar en un autobús como las ovejas que van al matadero…pero claro, lo importante es presumir de viaje en septiembre con el resto de compañeros de trabajo…


Desierto, Sol y Colores.....



Volvimos al camping a desmontar las tiendas, llenar los Terios de gasolina y salir con dirección a Swakopmund. La gasolinera que está en la puerta del parque está muy bien, regentada por un hombre blanco (como no), tiene muchas más cosas que cualquier tienda que haya visto hasta el momento en este país. De camino a nuestro nuevo destino, paramos en la ciudad de Solitaire, se llama así por su ubicación en medio de ninguna parte. Aunque como es costumbre en este país, en medio de la nada siempre aparece un lodge, donde la gente se gasta mucho dinero en sus vacaciones africanas.


Hicimos un alto en el camino para consultar el mapa y buscar la mejor ruta. A pesar de estar en Africa y a muchos cientos de kilómetros de cualquier poblado también hay contenedores de reciclaje...



El cartel lo dice todo



En Solitarie hay una colección de vehículos antiguos abandonados muy interesante, que seguramente han sido rescatados de las cunetas durante varios años.


Uno de los muchos vehículos (algunos de principio de siglo veinte) abandonados y recuperados para el museo de Solitaire...



Unos kilómetros después de Solitarie, llegamos al cartel que indica el cruce por la línea imaginaria del Trópico de Capricornio, y como no podía ser de otra manera, paramos a sacar unas fotos, y subirnos al cartel, etc. Lo que llevamos haciendo durante todo el viaje cada vez que nos encontramos algo elevado a más de dos metros del suelo.


Línea imaginaria del Trópico de Capricornio, decenas de pegatinas de diversas partes del mundo adornan la parte trasera del cartel.....



Llegamos a las proximidades de la ciudad de Wavis Bay y la mezcla de asfalto/tierra, junto con las dunas que rodean, da una estampa propia del Rally Dakar. Las pistas son malísimas por momentos, el que conduce tiene que ir corrigiendo la posición cada 2 segundos, porque las roderas, arena, etc te llevan hacia los arcenes e incluso hacen cruzar el coche, pudiendo dar un giro de 360º.


La entrada de Wavis, es una marea de dunas a ambos lados de la carretera. Continuamente, miles de partículas de arena, cruzan la pista de un lado a otro, dándole al asfalto un color amarillo bastante curioso. La ciudad es pequeña y muy marítima, el clima ha cambiado por completo e incluso hace frío. Hemos pasado del calor desértico al frío de la costa atlántica en apenas 3 horas.


Las grandes dunas y el polvo nos dan la bienvenida a Wavis, una ciudad en medio del desierto.



En Wavis vemos algo de ciudad aunque sea pequeña. Tiene su comisaría de policía y coches patrullando por las calles (los primeros que vemos desde que llegamos), sus edificios de 2 o 3 alturas e incluso muchísimas casas adosadas en primera línea de playa. La carretera que une esta ciudad con Swakopmund (unos 35 kilómetros) está repleta de casas, chalets, y complejos pegados al mar, algunos viejos y otros aún en construcción. Seguro que la gente de este país que tenga capacidad económica suficiente, tendrá una casa aquí para sus temporadas de vacaciones.


Algunas de las buenas casas cercanas a la playa de Wavis. Al otro lado de la carretera simplemente el desierto...



En cuanto llegamos a Swakopmund, notamos el ambiente de ciudad Europea, aunque sólo sea por herencia germana. Rápidamente comenzamos a ver gente muy rubia, alta y con los ojos claros, un rasgo muy claro de que algo ha pasado en esta ciudad unos años atrás…


El hotel donde pensábamos ducharnos y dormir en una cama en condiciones, es quizás el mejor complejo hotelero de la ciudad. Edificado sobre la antigua estación de tren e inaugurado por el presidente del país (tienen mucha costumbre de inaugurar todo lo que tenga que ver con hoteles, lodges, etc,). Nada más llegar, nos recibieron con un zumo de naranja (que yo evité probar) y mientras la mujer de recepción nos hacía el check-in, dos botones intentaban (sin éxito) meter todas nuestras bolsas en un carro sin que se cayeran al suelo, para subirlas a las habitaciones.


Imagen del hotel de Swakopmund, antigua estación de tren de la ciudad...



Todas nuestras pertenencias subidas en un carro...



Las habitaciones no eran nada del otro mundo (un 4 estrellas tirando por alto) pero después de pasar varias noches en camping, con muchísimo polvo y suciedad, parecía que estábamos entrando en el Ritz.


Siguiendo nuestro patrón de viajeros de bajo coste, preparamos unos sándwiches de atún y pan de molde, en la habitación que ocupaban Jorge y Cristian. También teníamos una lata de algo parecido a paté (que parecía comida de perro), que David y yo compramos para comer, pero tras darle varias oportunidades decidimos comer sólo atún y el segundo bocadillo lo hicimos de pan de molde con pan de molde.


Sesión bocadillo en la habitación del hotel. Esa lata de comida era intragable......



Como era el día de reponer fuerzas, bajamos a la ciudad a cenar y buscamos un restaurante llamado Cape to Cairo, donde según nuestra guía de viaje, daban carne de animal del país (cebra, kudu, oryx etc). Por más que intentamos buscar el sitio, incluso con el número y nombre de la calle, lo único que nos aparecía era un hotel con restaurante en el bajo. Al preguntar nos dijeron que era allí pero con el nombre cambiado.

¿Nos la estarán intentando colar?? Nos preguntamos… sobre todo porque el menú tenía de todo menos carnes del país. Tras varias deliberaciones y una salida mía para volver a intentar encontrar el sitio, llegamos a la conclusión de que o el sitio no existía, o realmente era ese con el nombre cambiado. Le pedimos a la camarera filete de Kudu, nuestro trabajo nos costó que nos entendiera, y esperamos por la cena casi 1 hora !!!!


Durante esa larga espera, mi cuerpo empezó a dar avisos de que algo no iba bien. Me empecé a encontrar mal y tenía más ganas de irme al hotel que de cenar…. Al final tras la cena, y esperar casi otra hora para pagar, nos volvimos al hotel parando antes por una gasolinera a comprar agua para poder beber y lavarnos los dientes. En la gasolinera tenían hornillos de gas a la venta y empezó el debate entre el grupo: Hornillo o Leña?? La votación se resolvió por 4 (Jorge, Cristian, Ana y Fran ) a 2 (David y yo), así que al día siguiente compraríamos el hornillo para cocinar.


En el hotel pudimos, aunque a duras penas, conectarnos a Internet y dar señales de vida a la familia y amigos durante un rato. Organizamos el día siguiente, con un paseo mañanero por la bahía de Wavis y el siguiente desplazamiento hasta Skeleton Coast.

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