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sábado, 16 de octubre de 2010

Dia 17

Maun – Maun

Una excursión movidita….


Antes de que sonara el despertador y con la compañía de nuestros inseparables amigos los pájaros cantarines, nos despertamos tanto David como yo.


Para no perder la costumbre de muchos días ya, ponemos el campamento en marcha en apenas unos minutos. A pesar de no tener mucha prisa, tampoco podemos relajarnos en exceso, pues en media hora tenemos que estar en la recepción del camping para que nos lleven en camión hasta el Okavango.


Imagen de nuestro pequeño campamento en Maun.



A las siete y media en punto, allí estábamos todos esperando a que nos recolocaran entre el camión de enormes proporciones y un 4x4 con un remolque lleno de mochilas y maletas para los que escogieron pasar una noche en las orillas del río. A los que hemos optado por volver en el mismo día, nos han entregado una bolsa con algo de comida: 2 sándwiches, 1 trozo de pollo y 1 huevo duro (que no tengo pensado comerme bajo ningún concepto).


Nos montamos en el camión, y elegimos sentarnos entre la primera y segunda fila, a unos 2 metros y medio del suelo. No fue una buena idea, porque al poco de salir del entorno del camping, y como todavía era muy temprano, el viento y frío nos pegaba de frente….No teníamos forma de taparnos con nada, el frío llegaba hasta los huesos. Nuestro sufrimiento duró 35 eternos minutos que fue lo que tardamos en abandonar la carretera y entrar en una pista, donde el vehículo tuvo que reducir notablemente la velocidad, afortunadamente para nuestra salud.


El camión que nos llevó hasta el río.



Al entrar en terreno arenoso, el conductor paró el camión y nos explicó brevemente en que consistiría nuestro viaje hasta llegar a la orilla del río: Un trayecto de aproximadamente una hora y media hasta llegar al punto de destino.


Puedo decir casi sin dudar, que pocas veces me lo he pasado mejor en una excursión como en esta. Atravesamos verdaderas zonas de arena suelta, con el camión enterrando las ruedas hasta casi la mitad, cientos de baches y muchas ramas de árboles metiéndose hacia los que íbamos sentados en los laterales del camión, con el consiguiente movimiento de intentar esquivarlas, aunque no siempre con éxito.


El camino hasta el río está repleto de charcas, ciénagas y riachuelos que necesariamente hay que cruzar, en algunos casos por pequeños puentes hechos con troncos y que están enterrados ya en el agua. Pero en los lugares donde ya no existen los puentes…..al agua patos !!!!


A pesar de las duras condiciones del entorno y la lejanía con cualquier otro punto civilizado, nos encontramos pequeños grupos urbanos de camino al río.



Las zonas a cruzar en el río o las grandes charcas, están marcadas con unos palos a modo de señalización, que sobresalen unos 30 cm del agua y situados de forma paralela; el espacio interior es el único que tiene el camión para circular. En algunos casos estos ríos llevan poco caudal de agua y lo que más se notan son los baches del fondo, pero en otros, llegamos a tener que levantar las mochilas y los pies del suelo, porque nos llegaba el agua hasta nuestra altura (más de 1 metro y medio en algunas zonas).


David, Ana y yo montados en el camión mientras atravesamos una gran charca. Aunque parezca que vamos en barco, no es así.



Una de las grandes charcas que tuvimos que atravesar y donde nos llegaba el agua a los pies.



Llegamos al fin al río, con la mitad de la gente asustada y con ganas de llegar y dejar atrás aquel camino infernal pero a la vez muy divertido. Por mi parte me hubiera vuelto de nuevo al camping, porque para mí la excursión ya estaba hecha……..


En el río Okavango, una docena de barcas de madera al que la gente de la zona les llaman Mokorro, nos estaban esperando mientras sus dueños nos repartían en parejas para llevarnos de paseo.


Los Mokorro en la orilla del río, esperando por nosotros para ir llevarnos de paseo.



Las barcas, son echas con un solo tronco de madera de un árbol que utilizan expresamente para eso. El fondo lo llenan de paja y hierbas para evitar mojarse en el caso de que algún Mokorro tenga fugas. Son bastante estables, aunque al principio da la impresión de que al mínimo movimiento va a dar vuelta con el consiguiente remojón.


Parece y debe de ser complicado aguantar el equilibrio de pie. Para esta gente es lo más fácil del mundo...



El paseo por el río es ante todo muy relajante….el silencio es total, y tan sólo el sonido de la barca en el agua y el hombre que empuja el Mokorro con una vara (como si fuera un gondolero Veneciano) rompen el silencio.


Atravesamos una zona llena de nenúfares, donde apenas teníamos dos metros de profundidad con el fondo del río. El chico que nos guiaba era bastante callado y no hablaba prácticamente nada, pero se compensaba con lo que parlamentaba el guía de David y Cristian, repitiendo (o intentando claro) todo lo que nosotros hablábamos, riéndose y contestando a todo lo que le preguntábamos con el ya famoso por este país Hakuna – Matata.


En algunos momentos el camino parecía cerrado por la gran cantidad de juncos y nenúfares que nos rodeaban, pero a los mokorro le daba igual y seguían navegando.



Entre risas y bromas con los guías, llegamos a una zona de juncos y tras atravesarla nos encontramos con la orilla de la isla donde bajamos. Al levantarme del Mokorro, me di cuenta de que nuestra barca tenía una vía de agua digna del Titanic, y que ni los juncos ni hierbas del fondo pudieron evitar que me mojara el pantalón y lo que llevaba por debajo. En ese momento, comprendí porque en nuestra barca había media botella de plástico en la parte trasera, para achicar el agua que entraba….


Bajamos de los Mokorro con ganas de comer, o pensando en descansar un rato bajo un gran árbol que allí había, pero los guías nos cuentan que nos quedan todavía dos horas de ruta a pie….Cómo???. Nos explican que no hablemos en un tono de voz alto, que vayamos siempre en fila y que es posible que veamos animales pero no nos prometen nada….


Nos pusimos a andar con un guía delante y los otros dos cerrando el grupo, tras unos metros nada más, nos paramos delante de un gran excremento…según el experto, es de hipopótamo hembra y nos lo cuenta mientras lo coge entre las manos y lo despedaza con los dedos como si fuera un cacho de tierra seca. Nos dice que sabe que es de hembra, porque los machos después de defecar, frotan su cuerpo contra el suelo y lo esparcen todo como si tuvieran un grifo (explicación textual)…es su forma de marcar territorio.


Una huella de hipopótamo. Según nuestro "experto"guía, es de la noche anterior.....



La siguiente hora y media nos la pasamos acercándonos al río para ver un par de hipopótamos en el agua, y unas cuantas cebras pastando en una llanura cercana. Volvimos a la zona donde dejamos nuestro Mokorro totalmente exhaustos y sedientos, porque aunque llevábamos agua, la poca que nos quedaba estaba hirviendo, y para colmo, la noche anterior apenas habíamos cenado una bolsa de patatillas.


Un grupo de cebras escapan asustadas al sentir nuestra presencia demasiado cerca de sus zonas de pastos.


Para los habitantes de esta zona, los mokorros son sus únicos medios de transporte. En la imagen se puede ver a una familia en sus barcas y un hipopótamo acechandolos desde la lejanía.



Degustamos nuestros sándwich de queso recalentado al Sol e intentamos digerirlo con agua a 35 grados, una mezcla un poco explosiva. Entre todos repartimos algo de comida con el pobre Jorge, al que el viento del camino de ida le robo el paquete de comida y se encontraba sin provisiones. También les ofrecimos a los guías una parte de la comida (sobre todo los huevos cocidos).


Mientras reposábamos los calientes manjares que acabábamos de comer, nos volvimos a encontrar con nuestro amigo español, que llegaba de pasear, pero a diferencia de nosotros, el se quedaba a pasar la noche con un guía.


El camino de vuelta hasta el camión fue de lo más tranquilo, todos íbamos medio adormilados y como el Sol

seguía apretando, que mejor que intentar echarnos una siesta durante la media hora larga de viaje.


Llegamos al camión y como fuimos los primeros, esta vez elegimos la parte trasera (nuevamente otro gran error), porque el conductor tenía mucha prisa, y volvimos muchísimo más rápido que a la ida, prácticamente sin respetar baches, bancos de arena ni ríos o charcas. Hubo momentos de verdadero riesgo, con saltos que nos hicieron levantarnos completamente del asiento varios centímetros y curvas imposibles de trazar con un vehículo de semejantes medidas. Y ese el problema de ir sentados en la última fila, no teníamos ningún tipo de opción de saber que era lo siguiente que nos iba a suceder, y todos los baches, ramas, curvas nos cogían de sorpresa….


La orilla del río donde aparca el camión es el punto de encuentro para toda la población de la zona. En la image se puede ver una escalera que utilizan para cruzar un vallado existente.


Los conductores de los mokorros reciben su salario diario y firman en un papel el recibo. Por lo que pudimos comprobar, algunos cobran en torno a los 15 euros diarios.



Tan emocionado iba el conductor, que en el río de más profundidad, metió el camión por donde no debía y le entró más agua de la que puede soportar, teniendo que parar durante un rato a pleno Sol, esperando que se evaporara para poder arrancar y seguir nuestro camino.


Al llegar al camping, completamente machacados de tanto bache y deshidratados, compramos algo de beber en el bar, mientras esperábamos al hombre que nos iba a alquilar el 4x4 para el día siguiente.


Cuando esta persona nos enseñó el coche que nos iba a prestar, ni Jorge ni yo nos lo podíamos creer…. Un Toyota Land Cruiser equipado por completo!!!. Tenía hasta una nevera de muchos litros en el maletero, dos depósitos de gasolina, varios jerrycans para llevar más gasolina en el techo y una tienda de campaña, y todo por sólo 1200 pulas (120€) !!!!


El coche estaba totalmente asegurado y la única condición era devolvérselo en el mismo día por la tarde y dejar las llaves en la recepción del camping….dónde está la cámara oculta?? Tiene que tener algún truco, porque estas cosas en España no pasan, pensábamos…..


David se ofreció el primero para llevar nuestro nuevo 4x4 por el parque, yo nos les comenté nada, pero no veía el momento de montarme a los mandos y Jorge pidió probarlo también. Como el resto no tienen especial interés, los turnos ya están más o menos repartidos…. Buen plan el de mañana, si señor….


Antes de cenar jugamos otra partida de cartas, que está desbancando totalmente a los juegos de mesa en estos últimos días de viaje, y después cenamos nuestra ración nocturna de pasta con salchichas y tomate.


Despedimos el día, haciéndoles a Fran y Ana una pequeña broma, y mientras se metían en el saco para dormir, les desmontamos la tienda y le quitamos la tela superior….

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