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miércoles, 20 de octubre de 2010

Día 13

Namushasha – Kasane


Los elefantes también saben nadar.


Por segundo día consecutivo llegamos temprano a nuestro destino, y es que la distancia entre el camping y la ciudad de Kasane, es más bien escasa comparándola con otros trayectos que hemos realizado en lo que llevamos de viaje.


En estos países la carretera es una parte más del terreno, los conductores somos los elementos extraños...



La primera y única serpiente que encontramos en todo el camino. Un chicos ingleses la atropellaron con su 4x4



Esta ciudad, es lugar de encuentro de viajeros que quieren visitar el parque de Chobe, el río y las zonas próximas, las cuales están repletas de animales. Gracias al movimiento constante de turistas, la ciudad tiene todo tipo de “comodidades” (por llamarlas de alguna manera) y aprovechamos para cambiar dólares a pulas, que es la moneda local de Botswana.


Como nuestro camping está se encuentra al final de la única calle importante que tiene la urbe, entramos en una pizzería para comer y beber algo. Desde allí podemos observar como en poco más de un minuto, pasan por delante de nosotros muchísimos coches 4x4 repletos de turistas europeos que van o vienen de sus safaris particulares contratados en los lodges.


El centro de Kasane está vigilado por policía y algún camión del ejército, que aunque parece que no están, si uno se fijan aparecen.



La comida no estaba tan mal como podíamos pensar en un principio. Para ser pizzas africanas, tenían bastante sabor y también estaban bien hechas. El precio fue lo mejor de todo, porque pedimos una de tamaño pequeño para cada uno y algo de beber pagando por todo, unos 23 euros al cambio.


Tras instalarnos en el camping y reconocer un poco la zona, preguntamos en recepción la posibilidad y precios de hacer un viaje en barco por el río Chobe, que está justo pegado al recinto. El precio que nos dieron, unos 23 dólares por persona, nos pareció razonable sobre todo teniendo en cuenta el tiempo del trayecto, unas 3 horas.


Así que abonamos el importe y media hora después ya estábamos montados todos en un barquichuelo con unas 20 personas más, dispuestos a dar un paseo por el río que separa Botswana de Namibia.


El barco hace una parada a unos 20 metros de la zona donde está amarrado para pagar las tasas y poder navegar en el río que pertenece al parque. Una cosa extraña, pero estos países son así...



El viaje no pudo ser más rentable, tanto en precio como en animales avistados. Empezamos viendo un elefante en lo que es un tipo de islote en medio del río. ¿Cómo llegaría hasta allí? – nos preguntamos…. Tras el elefante, encontramos un grupo de hipopótamos tomando el Sol en una charca de barro, a escasos metros de su vecino, un cocodrilo de casi 3 metros de largo que también disfrutaba de las bondades del astro rey.


El hipopótamo más activo intenta comer algo tranquilamente mientras el resto duermen enterrados en el barro.


Y a pocos metros su vecino el cocodrilo descansa con un ojo abierto. Cuando uno de los barcos se acercó demasiado, abrió la boca y a gran velocidad entró en el río.



La plataforma del barco no es muy fiable en temas de seguridad, en algunas zonas, es posible que si alguien se descuida un poco o arriesga intentando sacar una foto termine en el agua, con el consiguiente susto o desgracia. Da un poco de miedo pensar en los resultados de un chapuzón en un río lleno de cocodrilos e hipopótamos (entre otras especies que todavía no hemos visto).


Estos cocodrilos parecen estar esperando a que alguien resbale y caiga al agua ¿Quién quiere ser el primero?



Las orillas del río están llenas de cocodrilos, sprinboks y varias familias de monos que conviven todos juntos en amor y compañía, salvo cuando hay hambre. Pero lo más espectacular de todo el día, y quizás uno de los momentos del viaje (junto con la jirafa muerta y el leopardo) ha sido ver como una manada de elefantes cruzaban el río todos en fila, siguiendo a la hembra dominante del grupo. Todos los paquidermos en un escrupuloso orden cruzaron el profundo río, llegando incluso a sumergirse en su totalidad, tan sólo sacando una pequeña parte de la trompa, a modo de periscopio, para poder respirar. Incluso los elefantes más pequeños del grupo, agarrados con la trompa a la cola del elefante que iba delante consiguieron cruzar y llegar al islote. Simplemente

impresionante….


Tras comprobar la zona, la hembra dominante atraviera el río y tras ella el resto de la manada....



Una hembra de elefante y su pequeña cría llegan a la orilla e intentan subir. El pequeño tiene algún que otro problema para conseguirlo.



Para terminar el espectáculo de los elefantes, un grupo de tres que llegaron un poco rezagados cruzaron también el río, pero cuando les faltaba tan sólo un tercio del camino decidieron que era mejor divertirse un poco en el agua, así que comenzaron a jugar entre ellos, subiéndose unos encima de otros, saltando e incluso girándose por completo sacando las patas a la superficie. Con lo que nuestras dudas iniciales quedaron resueltas: Los elefantes saben nadar y bucear aunque pesen toneladas.


Aburrido ya de los juegos acuáticos, este elfante sigue su camino mientras el resto todavía permanecen en el agua.



Tres elefantes pelean y juegan en el río. Aunque no lo parezca están apoyados unos encima de otros, pues en esa zona el agua los cubre por completo.



El día no podía dar para mucho más, y cuando llegamos al muelle eran casi las seis y media ya. Con mucho frío, porque la oscuridad le ganaba camino a la luz, montamos las tiendas y después cenamos nuestra ración de pasta con tomate y salchichas.


Pasan los días pero es imposible aburrirse de las increíbles puestas de Sol que este continente nos ofrece....



Tomamos algo en un lugar parecido a un bar hecho de troncos sobre el río, mientras hacíamos tiempo para irnos a dormir. Los días se hacen largos, pero tras caer la noche, el reloj se mueve mucho más despacio aún….

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