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miércoles, 20 de octubre de 2010

Día 12

Mahangu – Namushasha


Haciendo amigos en las pistas.


Al levantarnos y abrir la tienda, comprobamos que no nos habían ubicado en la parte final del camping, sino en el principio del río…. A escasos 2 metros de las tiendas empiezan los juncos, y a esa zona ya llega el agua. Así que con razón sentíamos tan cerca los hipopótamos por la noche….


Las vistas no podían ser mejores, pero la situación nocturna fue bastante movida...Justo por delante de las tiendas teníamos un camino hecho por los hipopótamos...



Para tener una visión más completa del río con su entorno, subimos a una torreta/mirador y aprovechamos las sillas que allí había para desayunar con unas vistas como no habíamos tenido en ninguna de las mañanas anteriores.


Parece una torre de la guerra de Vietnam, pero es un estupendo mirador desde donde se puede ver todo el río.



Desde lo alto de la torre, pudimos desayunar y disfrutar de un grupo de hipopótamos.



De vuelta a las tiendas, comprobamos que la recepción y el bar del camping están a sólo un par de minutos de nuestras tiendas, por lo tanto y aunque la noche anterior nos pareciera aquel recinto enorme, llegamos a la conclusión de que perdimos casi quince minutos dando vueltas sin sentido buscando las tiendas, cuando realmente las teníamos a unos cuantos metros…


La franja de Caprivi, que es la zona que atravesamos con el coche, es un tramo de carretera de casi 200 kilómetros completamente rectos, aburridos y lleno de señales que avisan de peligro por cruce de elefantes. La vegetación es siempre la misma: bosque bajo, maleza y de cuando en vez, algún arcén quemado; un sistema de limpieza de cunetas un tanto extraño pero muy utilizado por estos países.


Esta foto salió con regalo. Quería inmortalizar a la mujer con la mochila en la cabeza y llevaba un niño la espalda !!!



Decenas y decenas de campos de fútbol aparecen a ambos lados de las carreteras. Aquí un grupo de niños juegan durante el tiempo de recreo de su colegio.



El día transcurre sin grandes novedades ni sobresaltos. Tras pasar con mucha facilidad (más de la prevista) la frontera entre Namibia y Botswana, tuvimos que realizar una desinfección de calzado y las ruedas del coche, en unos cacharros llenos de un líquido de desconocida procedencia (y bastante sucio) que al parecer evita la propagación de enfermedades tales como Fiebre Aftosa, Ántrax, etc.


Al principio nos sorprendió, en el segundo lo tomamos con normalidad, pero después del tercer control ya empezamos a cansarnos de abrir las mochilas para quitar todo el calzado y pasarlo por la alfombra. No sabemos que será ese líquido, pero cuando seca deja blanco todo lo que toca...



Hace algunos años, Botswana sufrió una epidemia de Fiebre Aftosa que propició la colocación de unas vallas perimetrales a lo largo de todo el país para evitar la propagación de la enfermedad. Cuando se empezaban a recuperar, una cepa de Ántrax volvió a sembrar el pánico entre la población y la economía, llegando incluso a diezmar la población de leones en los parques. Es por eso que los límites de las regiones internas, están acotados por unas vallas metálicas, y las entradas/salidas vigiladas por personal, que obligan a todo el mundo a desinfectar el calzado y las ruedas de los vehículos para poder seguir el viaje.


A una hora bastante temprana comparado con otros días, llegamos al camping. Tras aparcar los coches y ver donde estaban las parcelas que nos correspondían (esta vez lejos del agua), preguntamos si había alguna posibilidad de hacer una pequeña ruta en barca por el río, pero el precio que nos ofrecían era demasiado caro para nuestras posibilidades.


Por primera vez en varios días, teníamos la tarde libre (por decirlo de alguna manera), así que la aprovechamos para hacer una visita a un pueblo Botswano original; lo que resultó ser un mini parque temático para turista. Tras recorrer varios kilómetros de pistas con algunos pequeños poblados esparcidos por la zona, llegamos al recinto en el cual ya estaban a punto de marcharse todos a casa.


Mientras un chico muy bien vestido, y con un reloj de oro bastante grande, nos daba la bienvenida, el resto de trabajadores se ponían de nuevo los trajes y disfraces para cumplir con su labor.


De lo más destacado de la visita es el órgano/xilófono hecho con calabazas, que bien sonaba !!!!



Este hombre del reloj era el guía (y suponemos que el dueño), nos fue explicando durante toda la visita, las distintas maneras de moler el grano, como se las ingeniaban para proteger a los animales domésticos de los depredadores, donde dormían, como cazaban e incluso en un momento de la visita, un hombre vestido de santero nos deleitó con un baile de buena suerte… Si durante toda la estancia me daba bastante vergüenza ver como la gente se iba cambiando y preparando para actuar cuando llegáramos a su zona, con el baile del santero

fue mucho peor todavía.


Aquí nos enseñan como funciona una trampa para roedores. Vemos que el trucho del palo, con la cuerda y el peso es internacional.



Está muy bien conocer como vivían, se alimentaban e incluso como buscaban la forma de solucionar los problemas cotidianos más sencillos, sin apenas recursos. Incluso en muchos de los poblados que se encuentran a ambos lados de las pistas, es posible que sigan utilizando los mismos métodos. Lamentablemente no es lo mismo que nos lleven a un pueblo y lo vayan explicando y contando, a que lo escenifiquen con un espectáculo para sólo seis personas….


El supuesto chamán del poblado realiza un baile para darnos buena suerte en nuestro viaje....



Tras el show del poblado, volvimos a nuestro campamento. De camino, nos encontramos con un par de niños que volvían a su casa de llenar una garrafa de agua con bastante mal color. Paramos y les preguntamos como se llamaban, resultó que eran un niño y su hermana mayor. Les regalamos unas camisetas y como tenían hambre, también les dimos un bote de comida en lata, igual al que intentamos comer David y yo en Swakopmund, pero que para nosotros es intragable. Se fueron muy contentos con sus camisetas nuevas y la comida.


Estos dos hermanos caminaban por la pista con el caldero y la garrafa de agua. Aunque sólo por una noche, cenaron carne.....



En el camino de entrada al camping nos paramos delante de un Baobab. Estos árboles se caracterizan porque son casi tan anchos como altos, pueden llegar a tener hasta dos mil años y almacenar en su interior cantidades superiores a los cien mil litros de agua. Realmente son impresionantes, sobre todo porque las ramas de estos árboles comienzan muy arriba, y el tronco es muy redondo y con un gran diámetro.


Entre todos no fuimos capaces de rodear ni la mitad del diámetro del árbol ......



Este hombre se estaba dando un chapuzón en el río cercano a nuestro camping. Al fondo se pueden ver unas señales de tráfico que nos indican que en temporadas de más sequía una pista debe atravesar el río.



Nuestra ubicación en el camping es una parcela de hierba bastante bien cuidada (se ve verde) y tiene unos servicios con ducha bastante originales: Unas calderas, situadas entre la zona de acampada, son utilizadas para calentar el agua que después podemos utilizar para ducharnos. A media tarde, un trabajador del camping las enciende con unos troncos y un chorro de aceite; que el fuego mantenga el agua caliente hasta la noche eso ya es responsabilidad nuestra.


Después de la sorpresa mañanena cerca del río, David, Ana, Fran y Cristian celebran una zona de hierba y sombra donde montar las tiendas y cenar con tranquilidad.



Imagen de la caldera que tenemos que encender y mantener si queremos ducharnos con agua caliente...



Pasamos las últimas horas del día, tomando algo en la terraza del lodge, escribiendo unas postales y cenando unas latas de alubias con guisantes que compramos en un supermercado varios días atrás.


Un cartel en la pared del baño nos lo deja todo bien claro, podemos encontrarnos con una manada de elefantes cruzando entre las tiendas por la noche....



Nuestros cuerpos absorben el 100% de lo que digerimos, y aún así creo que no les llega. Nos alimentamos poco y sobre todo mal, muy mal.

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