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jueves, 21 de octubre de 2010

Dia 10

Okakuejo – Namutoni (Etosha)


Van dos leones, una jirafa y montan una fiesta …….


A primera hora de la mañana, cuando todavía entraba poca luz del amanecer en las tiendas, uno de los coches que estaban aparcados a nuestro lado, quiso darnos los buenos días con un repetitivo toque de bocina durante casi un minuto. Su dueño, que tiene buen dormir, ha tardado bastante rato en darse cuenta que el sonido era la alarma de su vehículo.


Me encuentro bastante bien. He pasado buena noche, y a pesar de que necesito volver al baño, todo va normal.

Desmontamos lo antes posible y tomamos camino hacia la otra punta del parque por las diferentes rutas que nos marcan en los mapas. A escasos metros de la valla que protege el camping, una manada de Sprinboks nos dan los buenos días. Detrás de éstos, un grupo bastante grande de cebras, buscan y pacen los escasos tallos verdes que encuentran a ambos lados de la pista, por momentos incluso cortando el camino y obligándonos a parar, apagar el motor y esperar a que crucen.


En la primera charca donde paramos no encontramos agua, pero si un gran grupo de cebras todas juntas haciéndose compañía..



Como si fuera un aviso de lo que nos íbamos a encontrar a lo largo del día, vamos contemplando en menor número, pero no por ello menos interesante, varios ejemplares de Oryx y Kudu.



Las señales de tráfico que hay en la pista y las normas del parque, recomiendan y prohíben pasar de 60 kilómetros por hora, pues el riesgo de accidente por colisión con un animal es altísimo. A pesar de eso, la mayoría de la gente no las respeta y nos adelantan a velocidades muy superiores. Una actitud que no terminamos de comprender, porque se supone que las personas acuden al parque para disfrutar de los animales, pero circulando a 100 por hora, poco van a poder disfrutar.


La velocidad por la pista tiene que ser muy baja, porque en el momento menos pensado unos Sprinboks se acuerdan de cruzar. Y en Etosha no hay semáforos !!!!



En uno de los desvíos que nos marca el mapa, y donde hay una charca (que está seca), hicimos un alto para desayunar y tomar nuestra dosis de Malarone, como cada día a la misma hora, que viene siendo a las siete y media. Como sigo convaleciente, evito la leche y tomo la pastilla con un poco de agua y una galleta.


Retomamos la pista principal y seguimos cruzándonos con Cebras, Sprinboks, y pequeños herbívoros que se esconden tras los escasos setos, hasta que en otra entrada lateral a una charca, una decena de coches parados nos hacen pensar que allí hay algo interesante. Una chica muy amable nos hace señas con la mano, y entendemos que hay 2 leones; pero por mucho que buscamos, no aparecen por ningún sitio, hasta que un rato después logramos encontrarlos, a 200 metros de distancia!!!!. Como la mayoría de personas allí reunidas llevan objetivos enormes para sus cámaras los pueden ver, pero están tan lejos que ni con prismáticos se diferencian muy bien.


En la imagen se pueden ver dos pequeños puntos oscuros en la lejanía, al parecer son dos leones...Nosotros solo pudimos ver una gran charca completamente seca...



A media mañana, llegamos a la parte central del parque, donde también hay un camping, tienda de recuerdos, baños, etc. Aprovechamos la tienda para comprar algo de comer, beber y picar algo. Muy a mi pesar, evité las cervezas, Cola-Cola, zumos y mientras el resto engañaban al estómago con unas patatillas y algo de beber, yo tan sólo le ofrecía al mío una botella de agua del tiempo.


Primer plano de un Sprinbok



Hablamos entre todos y decidimos hacer los 60 kilómetros restantes hasta el camping (en la otra puerta del parque), y después comer. La tarde fue mucho más productiva en cuanto a animales y descubrimientos. Al poco de volver a la pista y tras cruzarnos con una manada de elefantes paseando entre árboles, encontramos a otro grupo de coches parados en un arcén sin nada aparente que contemplar; David estuvo espabilado y gritó: Un leopardo!!!!.


Los seis buscamos al dueño de la cola que colgaba entre las ramas de un árbol; con un poco de trabajo y la ayuda de los zoom de las cámaras logramos ver como dormía el felino. Conocedor de todo el lío que se estaba montando con su presencia, el animal abría los ojos y supervisaba la distancia y los movimientos de todas las personas que le sacaban fotos, para volver a cerrarlos y dormir otro par de minutos.


Ni siendo tan optimistas hubiéramos imaginado encontrarnos un leopardo tan cerca de la carretera...



Ha sido mucha casualidad y suerte encontrarnos el leopardo; no son animales muy dados a dejarse ver a la luz del día, y mucho menos subido a un árbol cerca del camino. Desde ese momento ya no sólo atendíamos a los lados de la pista, sino también intentábamos revisar las copas de los árboles cercanos, aunque no volvimos a tener éxito en esa parte.


Nuestro safari particular, prosiguió a medio día, justo cuando el Sol está en todo lo alto y la temperatura llega a los 30ºC o quizás algo más.


En una de las pocas charcas con agua, varias aves junto con unas cebras y sprinboks se refrescaban...


Mientras una jirafa espía a dos furgonetas que se acercaron demasiado a su entorno...



En unas zonas de árboles y mucha vegetación, varias jirafas salieron a nuestro paso, algunas incluso cruzándose en nuestro camino. En apariencia, son animales muy tranquilos y también desconfiados. Así como las cebras o Sprinboks permiten acercarse mucho más; las jirafas, en cuanto perciben el mínimo movimiento o ruido se adentran en la zona de vegetación y escapan, aunque la altura de su cabeza las delata….


Un Ñu de andar pausado busca algo que comer....



Siempre es original y divertido observar como beben las jirafas.



En uno de los últimos caminos hacia una charca antes de la llegada al camping, una caravana de vehículos nos obligó a parar bastante atrás y esperar nuestro turno para avanzar. Cuando llegamos al epicentro de la retención, un fuerte olor nos hacía subir las ventanillas por ratos. Allí encontramos una jirafa muerta, ocupando la totalidad del ancho de la pista. En un principio pensamos que quizás había sido atropellada por un 4x4, pero unos minutos después, unos ingleses nos hicieron señales con la mano hacia la parte izquierda, donde había unos árboles. A la sombra, estaba la razón de la muerte de la jirafa: una leona durmiendo la siesta como si no hubiera un mañana.


Triste final para la jirafa. Aunque parezca pequeña ocupaba prácticamente toda la pista.



Como la charca hacia la que nos dirigíamos estaba totalmente seca (como todas en esta época), volvimos sobre nuestros pasos y repetimos la parada para fotografiar otra vez a la leona durmiente. Desde ese punto se veía como a la jirafa estaba completamente devorada por los leones, dándose estos un festín a cuenta del pobre animal.


No pudimos acercarnos más pero fue lo suficiente como para sacar estas fotos a la leona y casi escuchar como roncaba...



A escasos metros de la jirafa, y en el otro margen de la pista, el compañero de merienda de la leona, un gran león de melena larga, descansaba bajo la sombra de un frondoso árbol. Así pues, volvimos a tener suerte como con el leopardo, y hemos podido ver algo muy común en la naturaleza, pero a la vez muy difícil a simple vista.


Su compañero también dormía, pero ante tanto revuelo de coches y gente se levantó a ver que pasaba..



El resto del día prosiguió prácticamente con los mismos avistamientos que llevábamos durante toda la jornada (cebras, sprinboks, kudus, oryx, etc). Todos llegamos al camping bastante satisfechos con el resultado del día, pero después de once horas circulando por las pistas y metidos en el coche, también teníamos ganas de poder estirar las piernas.


Aunque este camping (Namutoni), tiene más y mejor publicidad que el de la noche anterior, en líneas generales deja bastante que desear si comparamos ambos. Hemos escogido una parcela que está cerca de los baños y duchas (es la única petición de Ana) y como casi todos los días, por un motivo u otro, no tenemos luz en nuestra zona. Ayer no hacía buen contacto la llave, hoy no funciona la bombilla…el caso es que vamos cambiando de camping pero una cosa no cambia: somos los únicos que cenamos siempre con un par de frontales, e intentando encontrar los escasos macarrones en el plato…


Una tarde más organizamos el campamento y atamos la cuerda de emergencia entre los coches improvisando un tendal muy útil.



Respecto al complejo, este como otros lodges que hemos visto está muy bien, en eso no hay mucha diferencia. Todos tienen sus detalles y servicios para el cliente que se aloja; pero para los que eligen camping la cosa cambia: las zonas destinadas a las tiendas están bastante alejadas, los servicios son los últimos en limpiar, a veces incluso la zona de acampada es externa al recinto.


En este caso, se da algo parecido a eso; el camping está en un lateral del recinto, fuera del radio de acción de esa gente que ha pagado mucho dinero por tener una habitación totalmente camuflada entre troncos de madera y con mayordomo y otros servicios contratados. El único nexo de unión entre los campistas y los hospedados es un paseo de madera que une la entrada del lodge con las casitas de madera y el mirador de animales al fondo de todo.


La charca de esta zona del parque es bastante más pequeña que la de Okakuejo, donde los animales se acercan a beber por la noche. El mirador también es reducido, y los únicos animales que podemos contemplar, son cientos de miles de pájaros que viven en los juncos y que producen un ruido parecido al motor de un avión al despegar; o una familia de patos que disfrutan de la tranquilidad de la charca. Después de montar las tiendas, volvimos al mirador pero los patos seguían disfrutando de la charca en soledad…


La poca luz que teníamos nos permitió sacar esta foto de la charca. Los animales se quedaron para otra ocasión.



Cenamos pasta con tomate, para variar del arroz, y matamos el tiempo con alguno de los juegos de mesa. A las 10 estábamos todos ya durmiendo…

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